Me he quemado durante varios años
sabiéndote, a diario, en otros brazos.
He buscado inútilmente creerme fuerte.
Y aún así no te tengo.
He tratado de ser tu aliado,
he borrado de mi diccionario tu nombre.
Me desangré escuchando tus nuevas historias.
Y sigo acá, sin tenerte.
He pasado rachas felices
viviendo en vos tu felicidad.
Me até a la maldición eterna de ser tu amigo.
Sabiéndome mortal por no tenerte.
Viajé lejos buscando en otras miradas
la dosis que calme tu infinito efecto.
Busqué incendiar el cementerio
en que se convirtió mi habitación
desde el día en que llenaste las horas de muertos.
Ofrecí una recompensa inmensa,
recluté un ejército que cure estos dolores.
Creí encontrar la anestesia permanente
tras litros y litros de alcohol.
Y ya lo ves, seguís acá conmigo.
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