Preparo el mate, revuelvo viejos tiempos, nuevos planes.
Afortunadamente hoy me siento menos solo que otras veces.
La ciudad esta calma, como si el invierno amenazara
con quitar la poca alegría que brota en algunas pupilas.
La primavera se ha ido con sus maletas bien al norte del mapa,
mientras se instala el otoño para barrer con la copa
de los miles de arboles que recibirán su verano desnudos.
Harán las aves sus nidos mas robustos para proteger a sus pichones
de las oleadas heladas que azotarán en poco tiempo a estas tierras.
He echado de menos tus manos cálidas abrigando las mías,
las tardes de sol, mate, sonrisas, besos y momentáneas despedidas.
Quien pudiera ser eternamente Mayo si estuvieras a mi lado,
tu suspirar en mis brazos al alejarnos solamente hasta los próximos días.
Te escribo con una leve, pero feliz nostalgia perdida,
con deseos de mirar para adelante, asegurándome como cada tanto
que lo bueno ha de venir cuando menos se lo esté llamando.
No me avises cuando llores, ni cuando rías a carcajadas:
Son tus ojos riendo a mas no poder, el bienestar,
algunos motivos que esta vida nos da para creer en ella, todavía.
Acaricia el viento las mejillas, el régimen de paz instalado,
las ganas de escapar contigo a cualquier sitio no planeado,
como quien pudiera escapar con Alicia a infratierra, buscar respuestas,
soñar con orugas azules, conejos con chalecos, con aquel sombrerero.
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