miércoles, 24 de marzo de 2010

Marzo

Tus mensajes, tus llamadas en vano
que vi después de un buen rato
diciéndome que estabas sola en casa,
y nos quedaba toda la noche por delante.

Me abriste la puerta en pijamas,
siempre contemplándote sin creerlo,
sin entender todavía que esta noche casi de otoño
nos pertenecía por completo.

Me olvidé tus cigarros que no hace mucho
fumas, entre otros momentos, después de hacer el amor.
Vamos juntos a buscarlos y volvemos enseguida,
entro el auto y me acuesto en la cama a tu lado.

Me acuesto y miro el techo,
vos me reclamas que estás junto a mi.
Te miro y pienso tantas cosas..
Siempre se me ocurre llevarte de viaje,
fugarnos un día, quizás no volver jamás.

Y nos dejamos llevar sin pensarlo,
los besos que me das mueven montañas.
Mientras tanto afuera la noche sigue su paso,
y nosotros no sabemos del tiempo, 
ni del reloj y sus filosos puñales.

Es tan cálida toda esa magia,
se ramifican los sentidos y se intensifican.
Tu inocencia y toda nuestra ternura,
ir creciendo y aprendiendo conmigo.

Y me quedo mirándote dormida,
tan serena, tan niña, me mata.
Y es que no puedo dejar de pensar 
todo el tiempo que paso,
y ver que estás tan grande.

Y de vez en cuando me apretás fuerte las manos,
seguramente te perturba alguna que otra pesadilla.
Y estoy tan cerca aunque quizás no me sientas,
nada malo te puede pasar mientras te tenga a mi lado,
mientras me sientas adentro tuyo.

Me levanto después de haber soñado
y no puedo evitar morirme de ternura
sabiendo que te tengo entre mis brazos,
tan frágil y tan inocente.

Y entre buenos días, sonrisas
y una paz que no siempre alcanzo
volvemos a hacernos uno
y siento que sigo soñando.

Nos levantamos despues de dar vueltas en la cama,
de varios abrazos profundos.
Nuevamente encendes un cigarro,
y en un rato nos vamos a desayunar juntos.

Entre sorbos de mate 
visualizo las coronas de humo,
dibujandose varias ideas,
queriendo que esta mañana no termine,
quién pudiera ser aire en tus pulmones.

Y no decis mucho,
estas como en otro lugar.
Ya llega la hora de irnos,
y quizás mañana no te vea más.

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