Siento como sonries con el sol
aunque te separen de mi lado
mares de tiempos y kilómetros.
Huyen con el viento helado del sur,
como plegarias soleadas de melancolía,
algunos fragmentos de aquel pasado
en que habitabas la vida misma, toda.
Bajo estas montañas solitarias
viaja aquel cálido y lejano calor de tu abrazo.
Escucho en la caída del día
de estos pueblos desolados
tu voz susurrarme un hasta mañana
con la paz del sueño por llegar
y el saberte de mañana despierta,
respirando entre mis brazos.
Sos del sur una vez más,
porque todas la cordillera conoce tu nombre,
como cada ruta desértica,
como cada ventisca que corta la piel,
como alguna vez lo hizo tu tacto, tus besos.
Sos del sur en espíritu, acá conmigo
porque no hay forma de esconder
tus recuerdos en la nieve, en un glaciar,
en una cerveza, en un lago turquesa de deshielo.
Porque estabas a mi lado en Madryn cuando las ballenas
hacían su número teatral para que te rías.
Porque un lunes de madrugada me abrazabas
de la brisa helada mientras cargábamos los instrumentos.
Porque te dibujé en algunos atardeceres durazno
camino a Esquel en las formas de las montañas.
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