Desde el fin el comienzo,
como cada sol,
sus rayos durazno
de mañana en sus ojos.
Correr en el campo,
ser por momento viento,
de los tonos del cielo,
como un regalo,
al alcance de la luz.
Ver llover cuando duele el corazón.
Es otoño y en sus manos el calor
y el color habitando en otros cuentos.
Trae brisas con su canto el viento.
Duerme el calendario,
la noción de donde estoy parado.
Duermen dos botellas de whisky,
algunos acordes abandonados,
la tierra sobre la guitarra,
otros tiempos de reír.
Lleva con ella, como un equipaje,
casi toda mi alegría.
Una bocanada de humo trae su risa,
la vida por instantes
y algunas estrellas que sin ella,
ya no se donde encontrarlas.
Trae su encuentro la primavera perdida,
un perfume, la sensación de felicidad eterna.
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