Alli estas,
brillando infinita
en la via lactea,
trayendo esos rayitos
que originan el día.
Desde allí me miras,
dibujando sueños de miel
y campos de trigo radiantes
bajo un atardecer color mango
para endulzar estas noches
con las que sueñan los amantes.
Es ese destello toda mi luz,
cada uno de los recuerdos,
las ganas de un mundo mejor
al saberte tan parte de mi
como eterna.
La piel no resiste
las inmensas ganas de abrazarte,
de agradecerte haber existido,
el amor brotando de tus ojos
imposible olvidarlo mientras respire.
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