Apareciste este verano
para curar las heridas,
buscandome incansablemente,
rescatandome del naufragio.
Apareciste sin reproches,
sin preguntas sin respuestas
para dudar y olvidar
de una vez viejos nombres.
Apareciste con el calor,
con el sol picante de la tarde,
en las noches tan gastadas,
cuando se va el efecto del alcohol.
Apareciste en pleno tratamiento,
en pleno reposo, cura sin remedio.
Apareciste y sin buscar texturas en mis manos
se nos fueron aclarando los cielos.
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