No la mires a los ojos. No creas y en lo posible no escuches sus palabras. No sirve el consuelo, si todo es para mejor, si ya arruino todo, si ya no siente nada.
No mires sus ojos porque no debes perdonarla, no mueras por su boca aunque sientas que te arrancan el alma.
No creas nunca mas las mentiras que te dice, que el amor no tiene ese significado, ella no sabe nada de amor ni de amar a alguien.
Resistir el vaiven de su pelo cuando el viento le acaricia al caminar. No te encierres en el cuarto a esperar con una leve esperanza su llamado, sus palabras como bala atravesando un cuerpo sin escudo.
No recuerdes los lindos momentos ahora que ya no sirven de nada, que quema aun mas saber que su cuerpo era tuyo, que no veia con ojos brillantes otro rostros, que no se paralizaba con otros ojos pasajeros de una luna.
No la nombres ni en sueños, y cuando aparezca en uno, regalale un pasaje a otro planeta, muy lejos de tus pasos.
Y la ciudad no es mas que la misma de siempre. Ya te daras cuenta, no es mas colorida como en aquellos tiempos felices, ni teñida de grises y negros en esta rutina eterna.
En una maldicion a los cuatro vientos matala y no le tengas piedad. Matala de tu alma.
Arrancala de lo mas profundo. Matala y a empezar de nuevo, que no se merece ni un duelo.