miércoles, 7 de enero de 2015

Milagro

xx/08/2013.
Y aquella tarde de sol,
escéptico como de costumbre,
quizás la cuasimagia de los pensamientos,
quizás el azar, no se.
El caso es que frente a ese santuario
en el que vive aquel hombre, que se cuenta
de milagros extraordinarios,
pedí -como si mi vida dependiera de esto-,
evocado al milagro desesperado,
a la idea de un retorno como una resurrección,
como un objeto valioso o una reliquia que no tiene vida,
volver a los días en que despertaba en sus ojos.
A abrazarla, como quien cree que el mundo en instantes se termina,
cuidando el sueño y la quietud del momento
como si nada fuera mas importante en el mundo:
Ni el hambre, ni la felicidad, ni la paz,
ni un buen gesto de humanidad sin reparar en las consecuencias.